Desde la antigüedad, los alfileres han sido objetos de magia y suerte.
Ya en la Antigüedad Plinio el viejo hablaba de ellos en su “Historia Natural”, como objetos que alejaban la mal suerte.
Ya en la Antigüedad Plinio el viejo hablaba de ellos en su “Historia Natural”, como objetos que alejaban la mal suerte.
Novio gracias a un alfiler… En Toledo las muchachas encuentran novio si echan alfileres a la Virgen. Se cuenta que una hermosa muchacha toledana tenía amores con un galán. Los padres de él, que no veían con buenos ojos el noviazgo, lo mandaron a Italia.
Al principio, la novia recibía carta de él diariamente, y después las cartas se fueron espaciando hasta que al final se interrumpieron. La muchacha, desconsolada, iba todas las tardes al lugar de la despedida y, al recordar a su amor, le entraba tal congoja, que se clavaba un alfiler para no caer desmayada. Un día pidió ayuda a la Virgen de los Dolores, que se le apareció con el corazón atravesado por siete espadas.

Transcurrido ese tiempo, el novio volvía milagrosamente a los brazos de su amada. La costumbre se fue degradando con el tiempo, las mozas dejaron de pincharse con los alfileres y el plazo se redujo a unos cuantos días.
Dime qué alfiler tienes y te diré qué novio consigues… Además se incorporaron al rito las muchachas que buscaban novio. El alfiler permite elegir las características del novio a gusto de las peticionarias: un alfiler con cabeza blanca si los prefieren rubios; con cabeza negra si quieren que sea moreno, largo si quieren que sea alto y fornido, y corto si lo prefieren bajito pero saleroso.
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